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Niebla alrededor,
niebla todo dentro de mí.
Saltó la térmica de mi cabeza.
No puedo dejar
de escuchar tu voz
en el contestador
que ayer ensayó una despedida.
Y si no encuentro la serenidad
entiendo que ya nada es cierto.
Y en los espacios que hay que reordenar,
en los bolsillos, siempre guardo unos besos.
El televisor a un volumen que no da más.
El humo empasta el aire y la conciencia.
No puedo olvidar
esa sensación
de querer cambiar
todo mi reino por un sueño.
Fuiste, sin duda, el mejor vicio para mí
y hoy, que te puedo dejar,
quiero caer en tus manos.
Es la ironía de un hombre que es uno más
y que ha jugado a ser dios
y a separarnos.
.
Hallábame yo descansando en el prado, tirado panza arriba y descalzo, y con
uno de esos yuyitos que la gente se pone en sus bocas sólo para dar
impr...
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